“y consideremos cómo estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras,” – Hebreos 10:24
El mismo autor a los Hebreos les escribe que no dejarán de congregarse como algunos tenían por costumbre. La razón es simple y clara; el Señor así lo diseño. Entre otras cosas del porqué nos congregamos, es que se abren las oportunidades para servirnos unos a otros.
Hay servicios que ocurren dentro del contexto de congregarse en el lugar de reunión (lo que llamamos el templo), y hay otros modos de servicio que ocurren fuera de las reuniones. Una clase de servicio puede ser vista en los pastores, maestros, comités de cocina y otras que tienen su principal función en el templo. La otra clase de servicio se puede ver fuera del templo cuando se hace Visitación a los enfermos, ya sea en los hospitales o en los hogares. Podríamos decir también cuando un grupo de hermanas ayudan a otra hermana que está en necesidad en su hogar.
Cuando un grupo de hermanos se unen para ayudar en diferentes áreas en que los hombres sólo pueden hacer. Ya sea con trabajo físico o ya sea sirviendo de consejeros a los más jóvenes. Hay muchas áreas en las cuales podemos servir; es cuestión de identificar aquello en que sabemos podemos ayudar y servir.
De esta manera cumplimos con este mandato de estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras. Este estímulo es de vital importancia para la vida De la Iglesia. Una iglesia que carece de amor y de buenas obras no está funcionando como la iglesia de Cristo. La iglesia de Cristo busca formas y maneras de manifestar o de dar lo que por gracia recibió.
Seamos intencionales en todo lo que hagamos para la gloria De Dios en Cristo.