“y ser hallado en Él, no teniendo mi propia justicia derivada de la ley, sino la que es por la fe en Cristo, la justicia que procede de Dios sobre la base de la fe,” -Filipenses 3:9
El Apóstol Pablo habiendo sido salvó por la fe en Jesús, entendió la diferencia y el propósito por el cual Dios introdujo la Ley; es decir la Ley de Moisés. La Ley era buena, justa y santa porque venía de Dios.
La Ley sirvió para varios propósitos, detener el aumento y práctica del pecado, establecer justicia entre los hombres, y conducir a los hombres a Dios. La Ley aunque era buena carecía de ayuda al hombre para poder vivir perfectamente como a Dios le agrada. La Ley solo puede señalar lo malo, no te ayuda en hacer lo bueno.
De ahí que Dios enviando a Cristo puede hacer lo que nosotros no podemos hacer. Esto es, vivir perfectamente conforme a la Ley. Pablo dice que la justicia que él poseía era la que se derivaba de la Ley; en otras palabras, aquello que él imitaba de la Ley, pero no perfectamente. En otras palabras, su justicia no era perfecta.
Ahora, la justicia que se recibe por la Fe es aquella que no es nuestra, sino de Cristo. Cristo vive perfectamente delante De Dios y vivió perfectamente en nuestro lugar. Por causa de esto, Dios le regala la justicia de Cristo a todos aquellos que vienen a Dios por la fe en Jesús.
Cuando la Biblia habla de gente justa, se refiere a las acciones que van conforme a la voluntad de Dios. Aquello que es bueno. Pero esas personas en sí mismas no son justas porque son nacidos en pecado. Sólo Cristo es sin pecado y por lo tanto Justo en sí mismo. Dios por la fe nos regala la Justicia de Cristo y por la eternidad nos ve en unión a Cristo. Por Él somos justificados de todos nuestros pecados, y nos ve en Cristo como si nunca hubiéramos pecado.
La razón es, Dios nos ve a través de Cristo, el que nunca pecó, el Justo, Santo, Perfecto. Por eso adoramos a Dios y le alabamos por Su Gracia y Misericordia!!